Inmigrantes:
Entre 1829 y 1852, el Estado más rico del país (el de mayor riqueza ganadera) era la provincia de Buenos Aires, que estuvo gobernada por un ganadero, Juan Manuel de Rosas. Después de la caída de éste en 1852, se perfilo un gran cambio en la sociedad argentina. Los dirigentes de esa época comenzaron a deslumbrarse con el crecimiento de países como Inglaterra, Francia, Alemania y los Estados Unidos. Y pensaron que para que el país creciera, se necesitaba que aumentara la población. ¿Para qué? Para que los hombres pudieran poblar los campos y sembrarlos. Además, no sólo se necesitaba mano de obra para la agricultura, sino también para la construcción de vías de comunicación que vinculara las regiones del país con el puerto de Buenos Aires. ¿De donde surgirían esos brazos? Como no se podía esperar un crecimiento de la población a partir de los mismos habitantes, los nuevos pobladores debían venir de otros países: Eran los inmigrantes. El proceso que así se inicio en nuestro país se conoce con el nombre de inmigración.
¿De donde vinieron los primeros inmigrantes?
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, Europa se encontraba ante grandes problemas: una gran superpoblación, falta de alimentos, persecuciones políticas... Por todo ello, grandes cantidades de personas abandonaron Europa buscando esperanzas en América. Los anglosajones prefirieron ir a los Estados Unidos y el Canadá para establecerse. Las tierras de América del sur fueron las preferidas por los españoles y los italianos del sur de Italia, entre 1870 y 1920.
En este período llegaron al país 4.500.000 personas. En su mayoría eran todos hombres solos, jóvenes y solteros, que se casaron con argentinas y adoptaron rápidamente algunas de nuestras costumbres.
La llegada a Buenos Aires....
Los inmigrantes llegaban en barco y, despues de un largo e incomodo viaje, eran alojados por cuenta del Estado argentino en el Hotel de Inmigrantes. En éste podían establecerse por algunos días hasta encontrar un lugar de residencia que fuera definitivo.
Todo esto no sucedía cuando los grupos de extranjeros habían sido contratados por empresas particulares o cuando el traslado había ocurrido por cuenta de compañías colonizadoras. Cosas parecidas ocurrían en todas las grandes capìtales y ciudades americanas, como en Río de Janeiro, San Pablo, Caracas, México, Filandelfia o New York.
La ley del 6 de octubre de 1876:
En Argentina, bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880), se dictó una ley donde se establecía minuciosamente el régimen al que quedaba sometida la inmigración y los organismos responsables de aplicarlos.
Entre las distintas medidas adoptadas, se estableció el sistema de colonización. ¿De qué se trataba? De establecer, en tierras cedidas por distintos gobiernos provinciales, colonias agrícolas de personas que provenían de un mismo país. Asimismo, esta ley de inmigración aseguraba transporte gratuito hasta su destino a las familias de agricultores que llegaran al país y quisieran establecerse, una contribución de doscientos pesos fuertes (los de aquella época), para los gastos del establecimiento, etc.