lunes, 29 de octubre de 2012

Síntesis de la Historia Argentina

Síntesis de la Historia Argentina
Autor: Felipe Pigna.

Argentina indígena
La población del actual territorio argentino a la llegada de los españoles a principios del siglo XVI sumaba unas 330.000 personas agrupadas en una veintena de grupos étnicos. Los habitantes del Noroeste, las Sierras Centrales y la Mesopotámica practicaban la agricultura, mientras que el resto del territorio estaba ocupado por grupos de cazadores-recolectores. Las culturas más extendidas fueron los diaguitas al Noroeste, los guaraníes, los tupíes, los tobas y los guaycurúes en el Noreste, los pampas en el centro y los tehuelches, mapuches y onas en el Sur.
Conquista y colonización 
En 1536 Don Pedro de Mendoza fundó Santa María de los Buenos Ayres, la primera ciudad argentina. La miseria y el hambre doblegaron a Mendoza y su gente y Buenos Aires quedó despoblada hasta su segunda fundación por Juan de Garay en 1580. Las ciudades argentinas fueron fundadas por conquistadores que provenían de distintas zonas de América. La corriente pobladora del este, llegada desde España, tomó como base de operaciones la ciudad de Asunción y fundó las ciudades litorales. La que vino desde el Perú ocupó el Tucumán, como se llamaba entonces a todo el Noroeste argentino. Las ciudades cuyanas fueron fundadas por la corriente proveniente de Chile.
La etapa colonial 
Lo que hoy es la Argentina perteneció al virreinato del Perú hasta que en 1776 el rey Carlos III creó el Virreinato del Río de la Plata, cuyo primer virrey fue Pedro de Ceballos. La capital, Buenos Aires, se convirtió en un gran puerto comercial y se incrementó notablemente la exportación de cueros, tasajo y de la plata proveniente de las minas del Potosí. El sistema de monopolio impuesto por España prohibía comerciar con otro país que no fuera la propia España. Esto encarecía notablemente los productos y complicaba la exportación. En 1806 y 1807 se produjeron dos invasiones inglesas, que fueron rechazadas por el pueblo de Buenos Aires, alistado en milicias de criollos y españoles. En cada milicia, los jefes y oficiales fueron elegidos democráticamente por sus integrantes. Las milicias se transformaron en centros de discusión política.
La revolución 
Las invasiones inglesas demostraron que España estaba seriamente debilitada y que no podía ni abastecer correctamente ni defender a sus colonias La ocupación francesa de España por Napoleón, la captura de del Rey Carlos IV y su hijo Fernando VII y la caída de la Junta Central de Sevilla decidieron a los criollos a actuar. El 25 de mayo de 1810 se formó la Primera Junta de gobierno presidida por Cornelio Saavedra, que puso fin al período virreinal. Mariano Moreno, secretario de la Junta, llevará adelante una política revolucionaria tendiente a fomentar el libre comercio y a sentar las bases para una futura independencia.
La etapa revolucionaria 
Entre 1810 y 1820 se vive un clima de gran inestabilidad política. Se suceden los gobiernos (Primera Junta (1810), Junta Grande (1811), Triunviratos (1811-1814) y el Directorio (1814-1820) que no pueden consolidar su poder y deben hacer frente a la guerra contra España. En esta lucha se destacarán Manuel Belgrano, José de San Martín, llegado al país en 1812, y Martín Miguel de Güemes. Las campañas sanmartinianas terminarán, tras liberar a Chile, con el centro del poder español de Lima. El 9 de julio de 1816 un congreso de diputados de las Provincias Unidas proclamó la independencia y en 1819 dictó una constitución centralista que despertó el enojo de las provincias, celosas de su autonomía.
Unitarios y federales 
A partir de 1819 en el país se fueron definiendo claramente dos tendencias políticas: los federales, partidarios de las autonomías provinciales, y los unitarios, partidarios del poder central de Buenos Aires. Estas disputas políticas desembocaron en una larga guerra civil cuyo primer episodio fue la batalla de Cepeda en febrero de 1820, cuando los caudillos federales de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, derrocaron al directorio. A partir de entonces, cada provincia se gobernará por su cuenta. La principal beneficiada por la situación será Buenos Aires, la provincia más rica, que retendrá para sí las rentas de la Aduana y los negocios del puerto.
La etapa rosista 
En 1829 uno de los estancieros más poderosos de la provincia, Juan Manuel de Rosas, asumió la gobernación de Buenos Aires y ejerció una enorme influencia sobre todo el país. A partir de entonces y hasta su caída en 1852, retendrá el poder en forma autoritaria, persiguiendo duramente a sus opositores y censurando a la prensa, aunque contando con el apoyo de amplios sectores del pueblo y de las clases altas porteñas. Durante el rosismo creció enormemente la actividad ganadera bonaerense, las exportaciones y algunas industrias del interior que fueron protegidas gracias a la Ley de Aduanas. Rosas se opuso a la organización nacional y a la sanción de una constitución, porque ello hubiera significado el reparto de las rentas aduaneras al resto del país y la pérdida de la hegemonía porteña.
La Secesión 
Justo José de Urquiza era gobernador de Entre Ríos, una provincia productora de ganado como Buenos Aires que se veía seriamente perjudicada por la política de Rosas, que no permitía la libre navegación de los ríos y frenaba el comercio y el desarrollo provinciales. En 1851, Urquiza se pronunció contra Rosas y formó, con ayuda brasileña, el Ejercito Grande con el que derrotó definitivamente a Rosas en Caseros el 3 de febrero de 1852. Urquiza convocó a un Congreso Constituyente en Santa Fe que en mayo de 1853 sancionó la Constitución Nacional. Pero aunque ya no estaba Rosas, los intereses de la clase alta porteña seguían siendo los mismos y Bartolomé Mitre y Adolfo Alsina, dieron un golpe de estado, conocido como la "Revolución del 11 de Septiembre de 1852". A partir de entonces, el país quedó por casi diez años dividido en dos: el Estado de Buenos Aires y la Confederación (el resto de las provincias con capital en Paraná). La separación duró casi diez años, hasta que en septiembre de 1861, el líder porteño Bartolomé Mitre derrotó a Urquiza en Pavón y unificó al país bajo la tutela porteña.
La organización nacional 
A partir Pavón se sucedieron los gobiernos de Bartolomé Mitre (1862-68), Domingo F. Sarmiento (1868-1874) y Nicolás Avellaneda (1874-1880), quienes concretaron la derrota de las oposiciones del interior, la ocupación del todo el territorio nacional y la organización institucional del país fomentando la educación, la agricultura, las comunicaciones, los transportes, la inmigración y la incorporación de la Argentina al mercado mundial como proveedora de materias primas y compradora de manufacturas.
La república conservadora 
En 1880 llegó al poder el general Julio A. Roca, quien consolidó el modelo económico agroexportador y el modelo político conservador basado en el fraude electoral y la exclusión de la mayoría de la población de la vida política. Se incrementaron notablemente las inversiones inglesas en bancos, frigoríficos y ferrocarriles y creció nuestra deuda externa. A partir de la crisis de 1890 surgieron las oposiciones al régimen. Por el lado político, la Unión Cívica Radical luchaba por la limpieza electoral y contra la corrupción, mientras que, por el lado social, el movimiento obrero peleaba por la dignidad de los trabajadores desde los gremios socialista y anarquista.
La reforma electoral 
La lucha radical, expresada en las revoluciones de 1893 y 1905, y el creciente descontento social, expresado por innumerables huelgas, llevarán a un sector de la clase dominante a impulsar una reforma electoral que calme los ánimos y traslade la discusión política de las calles al parlamento. En 1912, el presidente Roque Sáenz Peña logró la sanción de la ley que lleva su nombre y que establece el voto secreto y obligatorio.
La etapa radical 
La aplicación de Ley Sáenz Peña hizo posible la llegada del radicalismo al gobierno. Los radicales gobernarán el país entre 1916 y 1930 bajo las presidencias de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) (1928-1930) y Marcelo T. de Alvear (1922-1928), e impulsarán importantes cambios tendientes a la ampliación de la participación ciudadana, la democratización de la sociedad, la nacionalización del petróleo y la difusión de la enseñanza universitaria. El período no estuvo exento de conflictos sociales derivados de las graves condiciones de vida de los trabajadores. Algunas de sus protestas, como la de la Semana Trágica y la de la Patagonia, fueron duramente reprimidas con miles de trabajadores detenidos y centenares de muertos.
La década infame 
El 6 de septiembre de 1930 los generales José Félix Uriburu y Agustín P. Justo encabezaron un golpe de estado, apoyado por grupos políticos conservadores, y expulsaron del gobierno a Yrigoyen inaugurando un período en el que volvió el fraude electoral y la exclusión política de las mayorías. En 1933 se firmó el Pacto Roca-Runciman con Inglaterra que aumentó enormemente la dependencia Argentina con ese país. Se sucedieron los gobiernos conservadores (el general Uriburu, entre 1930 y 1932; el general Justo, entre 1932 y 38; Roberto Ortiz, entre 1938 y 1942, y Ramón Castillo, entre 1942 y 1943), que se desentendieron de los padecimientos de los sectores populares y beneficiaron con sus políticas a los grupos y familias más poderosas del país.
La etapa peronista 
En 1943 un grupo de militares nacionalistas dio un golpe de estado y derrocó al presidente Castillo. Dentro de este grupo se destacó el coronel Juan Domingo Perón, quien, desde la secretaría de Trabajo y Previsión, llevará adelante un política tendiente a mejorar la legislación laboral y social (vacaciones pagas, jubilaciones, tribunales de trabajo). El apoyo popular a Perón lo llevará al gobierno en las elecciones de 1946. Durante sus dos presidencias (1946-1952 y 1952-1955) Perón, que ejercerá el poder limitando el accionar de la oposición y censurando a la prensa, impulsará una política que combinaba el impulso de la industria, el empleo, las comunicaciones y los transportes, con la acción social desarrollada por Eva Perón a través de la construcción de hospitales, escuelas, hogares para niños y ancianos, y ayuda económica para los más pobres.
La inestabilidad política 
En 1955 un nuevo golpe militar derrocó a Perón, quien marchó al exilio. A partir de entonces y hasta 1973, los peronistas no podrán votar por su partido. En ese período habrá dos presidentes civiles, Arturo Frondizi (1958-62) y Arturo Illia (1963-66) que intentarán impulsar el desarrollo nacional y poner fin a la proscripción del peronismo. Ambos serán derrocados por golpes militares. El golpe del ’66, llamado Revolución Argentina, se prolongó en el poder por siete años hasta que la presión popular expresada en violentas protestas como el Cordobazo y en la aparición de grupos guerrilleros, obligó a los militares a llamar a elecciones el 11 de marzo de 1973.  El candidato peronista, Héctor Cámpora, resultó electo.
El regreso del peronismo 
Entre 1973 y 1976 gobernó nuevamente el peronismo con cuatro presidentes (Cámpora, 1973; Lastiri, 1973; Perón, 1973-1974; e Isabel Perón 1974-1976), quienes intentaron retomar algunas de las medidas sociales del primer peronismo, como el impulso de la industria y la acción social, el mejoramiento de los sueldos y el control de precios. Pero los conflictos internos del movimiento peronista y la guerrilla, sumados a la crisis económica mundial de 1973, complicaron las cosas que se agravaron aun más con la muerte de Perón en 1974 y la incapacidad de su sucesora Isabel Perón para conducir el país. Esta crisis fue utilizada como excusa para terminar con el gobierno democrático y dar un nuevo golpe militar.
La dictadura 
La dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983 contó con el decisivo respaldo de los grandes grupos económicos nacionales y el financiamiento permanente de los grandes bancos internacionales y los organismos internacionales de crédito como el Banco Mundial y el FMI. El saldo de su gestión fue el de miles de muertos y desaparecidos, centenares de miles de exiliados, la derrota del Ejército argentino en Malvinas, la multiplicación de la deuda externa por cinco, la destrucción de gran parte del aparato productivo nacional y la quiebra y el vaciamiento de la totalidad de las empresas públicas a causa de la corrupción de sus directivos.
La democracia 
Desde 1983, el país vive en democracia restableciéndose las libertades públicas y los derechos humanos, y la cultura argentina volvió a destacarse en el mundo La herencia dejada por la dictadura militar fue muy pesada y los sucesivos gobiernos (Raúl Alfonsín, 1983-1989 y Carlos Menem 1989-1999) vieron condicionados sus planes sociales y políticos por las presiones económicas. Menem entendió que la solución pasaba por una política de privatizaciones. Esta política generó una breve etapa de bienestar (1991-1995), pero que concluyó con una profunda crisis que generó desocupación y aumentó notablemente la deuda externa.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar

Entrevista a Raúl Ricardo Alfonsín

Entrevista a Raúl Ricardo Alfonsín
Autor: Felipe Pigna
¿Por qué cree que tanta gente apoyó la dictadura e inclusive acuñó frases como "algo habrán hecho"? 
El miedo la posibilidad de actitudes altruistas porque cada uno estaba encapsulado en su propia privacidad y sentía lo exterior como riesgoso, la psicología socialera un “sálvese quien pueda”.

En lo personal, ¿cómo lo vivió? 
Se complicaba para actuar con fuerza para los derechos humanos. Por ejemplo: en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos nos reuníamos en algunos templos y la policía sabía, por consecuente no había tranquilidad para estas.

¿No cree que los partidos políticos mayoritarios antes y durante la dictadura no estuvieron a la altura de las circunstancias?
La Argentina llego a un momento en el que hubo 10.000 desaparecidos (comprobados posteriormente por la CONADEP) con una parte de la guerrilla y la subversión. Con una doctrina fascista de izquierda (que nos afectaba, no se tenia en cuenta la democracia). Esta situación se había llegado, con fanatismos y con gente que condujo, por reacción contra todo lo que había venido pasando con anterioridad, a la juventud argentina hacía un verdadero holocausto.

¿Qué actitud asumió frente al episodio Malvinas? 
Se manifiesta una gran explosión popular, una alegría súbita y pasajera, momentánea.
Hubo muchos, pero estaban en la política, yo era el único que adelanto el desastre que se produjo. 

¿Con qué país se encontró cuando asumió el gobierno en diciembre de 1983? 
Uno especial, hubo un alto crecimiento de la deuda externa, y nos tocaba administrar el país con esta crisis de la deuda externa (que nadie asumió). En mi gobierno, las malas situaciones eran atribuidas a errores y hasta perversidades del gobierno. Estábamos en cesación de pagos (económicamente), no había crédito para el sector público ni para el privado. 

Ustedes sabían que el contexto internacional no ayudaba demasiado, Thatcher, Reagan, el neoliberalismo a pleno y los llamados "organismos multilaterales de crédito" que actuaban como agentes de esas ideas…
Teníamos que luchar contra nuevas doctrinas (socio-económicas): el neoconservadurismo, que potenciaba el mercado, que pretendía un estado mínimo, consideraba innecesario la defensa a sectores bajos. En este marco neoconservador o neoliberal, vulnerable por las deudas, y se tubo que recurrir al crédito internacional, (Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial), establecían condiciones neoconservadoras, el estado desertor.

¿En qué quedó la promesa de campaña “con la democracia se come, se cura, se educa”? ¿No fue un error atribuirle al sistema democrático cualidades de una especie de panacea prescindiendo de los condicionamientos de esos factores de poder a los que usted aludía recién? 
Nosotros queríamos un estado de bienestar “con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura” y se puso en marcha el Plan Alimentario Nacional (PAN) y al tener poco gasto de administración, fue felicitados por organismos internacionales. “Con la democracia se educa” Se puso en  marcha el Plan de Alfabetización (ABC), que daba útiles escolares a millones de niños pobres. Terminamos con las políticas de esta concepción fundamental y básica del estado de bienestar(con las limitaciones extraordinarias para el ingreso a facultades).

¿Qué pasó con la famosa frase de Alem “Que se rompa pero que no se doble”? 
Llegue a la conclusión de que el camino rápido tiene curvas.

¿Cuál fue el criterio para procesar a las cúpulas militares y guerrilleras? 
Las tres formas de atender el problema de los derechos humanos seria: una es la amnistía y el olvido,   pretender procesar a todos los que puedan parecer imputables, y buscar conductas paradigmáticas para demostrar que no hay impunidad. Por eso, cuando procurábamos la detención y procesamiento de la subversión, también lo hicimos con las Juntas Militares.

¿Qué urgencia política lo llevó a enviar al parlamento la Ley de Punto Final? 
Las tensiones militares subían extraordinariamente, porque no se hacían marchar los expedientes . En consecuencia, yo advertí la necesidad de movilizar a los jueces y establecer un punto, que fue la llamada “Ley de Punto Final”, después, quienes no hubieran sido procesados, debían quedar afuera. Se comenta como si hubiese sido desastre, pero, se aumentó el número de los procesados (todos los jueces procesaron a todos los que tenían imputados). Se aceleró el proceso, movilizó las instancias. No hubo absolutamente ningún perjuicio desde el punto de vista de los derechos humanos. Las cosas seguían marchando.

Pero la multiplicación de los juicios aumentó el malestar militar y llevó a la sanción de la Ley de Obediencia Debida, que implicó la libertad para centenares de represores y torturadores…
Se llego a tal punto, que los juicios llegaban también a los sectores bajos, pero esto se torno grave. Me había obligado a volver a lo inicial de la ley que establecía la presunción de que quienes hubieran actuado cumpliendo órdenes estaban equivocados. Había un error acerca de la legitimidad de la orden impartida.  Se hubieran llevado a la Corte todos los juicios y la Corte hubiera tenido que operarla, porque era la ley más benigna al momento de la comisión del delito y éste es un axioma del derecho penal. La Corte habría tenido que referirse a este tema y juzgar.

¿Por qué no se respetaron los tiempos procesales legales?
Esto tardaría mucho y no estaba bien la situación económico-social (perdíamos legitimidad de este). 
Volví a la idea original. Esto que se llamó  Ley de Obediencia Debida estaba en el Código de Justicia Militar.En el año 1925, se sanciona el Código de Justicia Militar, el entonces diputado Alfredo Palacios ya había dicho que una obediencia de este tipo era incompatible con la democracia.

De modo que usted admite que es un concepto absolutamente cuestionable…
Sí, pero tuve que llegar a esta solución a los efectos de que tuviéramos la certeza de que gozábamos de los derechos humanos para adelante. Hoy pienso a veces que he arriesgado demasiado, no se conocen antecedentes en el mundo; no sólo las juntas habían quedado detenidas y condenadas, sino también otros militares importantes que habían tenido un accionar manifiesto en todos esos episodios atentatorios de los derechos humanos.

¿Qué conversó con Rico en la Escuela de Infantería aquel domingo de las Felices Pascuas? 
Cuando llegué a la Escuela vi a un joven que estaba nervioso y sensible. Me pareció sincero. Venía de las Malvinas; estaba muy emocionado. Tanto Rico como este muchacho me decían que no realizaban una acción contra el Gobierno, sino contra su Jefe.

Se suponía que el Jefe era usted.
Claro, yo era el jefe, sin dudas. Era Comandante en Jefe, como lo establece la Constitución. En Semana Santa logramos encontrar soluciones sin derramamiento de sangre. Son mentiras que hice ningún tipo de negociación. No hubo ningún tipo de negociación. Se llegó a imputar que no había cumplido con la negociación. Creo que hoy se acepta que no hubo tal negociación... Y bueno, pusimos a disposición de la justicia militar a todos los que habían actuado, y así se actuó.

¿Por qué fracasó el Plan Austral? 
Nosotros teníamos que vencer todas las dificultades. Teníamos que terminar en lo posible con la inflación y, al mismo tiempo, no cumplir con lo que nos pedía el FMI, que era un déficit que llegaba a tal punto del presupuesto que hubiera significado, bueno, todo lo que vino en gran parte después, una enorme desocupación. Entonces, hicimos una experiencia propia muy secreta. Es increíble haberlo tenido tan en secreto.

Hasta que Ámbito Financiero lo publicó en tapa un día antes.
Es cierto. Hubo alguna filtración. Trabajó bastante gente dirigida por Juan Sourrouille y dio resultado en su primer tiempo, pero de entrada nomás se reunieron para ver como podían combatirlo. En un principio los resultados del Plan Austral fueron extraordinarios, pero al mes de ponerlo en marcha, los sectores sindicales se montaron en una real legítima defensa de los derechos de los trabajadores y, en el marco de una crisis, no podíamos satisfacer nosotros todas las demandas. Esa era nuestra preocupación. Trajo cierta frustración en la Argentina.

¿Quiénes se unieron para combatirlo?
Bueno, se reunieron representantes de una oposición que entonces teníamos muy sistemática, muy dura.

¿Puede definir claramente a aquella oposición?
No. Creo que hay que hacer excepciones, no incluir a todos, digamos. No sé. Puede haber alguno que me diga “no, no es cierto”. Lo que pienso es que salvo a nosotros, que estábamos muy contentos, a nadie le gustó mucho el Plan Austral. Debía haber motivaciones políticas. Desgraciadamente en nuestro sistema, durante mucho tiempo, se ha supuesto que para que la oposición llegue al poder el gobierno tiene que fracasar. Esto es un desastre porque el que fracasa es el pueblo, es la Argentina, es la Nación.

La gente recordaba los slogans de campaña y quería comer, educarse y curarse… 
La gente pensó que lograda la libertad, iba a encontrar solución para todos sus problemas y la crisis dijo que no. Sufrimos hasta 14 huelgas generales y miles de huelgas particulares, con una prédica de la izquierda tremendamente dura -todo lo blanda que había sido contra la dictadura-, y con una prédica de la derecha también tremendamente dura. Es lo que le pasa, por lo general, a los gobiernos que aspiran a reformas sociales y a soluciones de tipo social, a la democracia con contenido social. En el marco del liberalismo político recibimos la andanada de los dos lados.

¿Por qué, tras los éxitos iniciales que provocaron cierta sensación de estabilidad, volvió la inflación hasta transformarse en hiper? 
En ese momento se vivió la caída de los precios internacionales de los productos agropecuarios. Fue una caída estrepitosa que nos obligó a poner impuestos. Poco a poco, tuvimos que emitir, porque habíamos quedado desfinanciados por la caída de los precios. Todo esto se daba mientras la situación político-institucional generaba ciertas incertidumbres que conspiraban contra la economía. Desde la Semana Santa tuvimos varios problemas militares, después tuvimos el de la Tablada ya en enero del ‘89 que fue una cosa totalmente inusitada, que fue un golpe de gracia también a la economía.

¿Por qué el establishment les dio la espalda y se decidió por Menem? 
Yo creo que los gobiernos tienen necesariamente que sufrir el lobby de todos los sectores. Es una forma democrática de hacer conocer sus derechos, sus pretendidos derechos. De modo que yo recibía a todo el mundo. A pesar de las huelgas generales nunca quebré el diálogo con la CGT. Y tampoco con los sectores económicos, aunque discutíamos siempre. Cuando la gente de la economía advirtió que las encuestas daban triunfante al Dr. Menem, quisieron saber qué era lo que proponía el candidato del Partido Justicialista y, ¿qué proponía? Una revolución industrial con salariazo, con disminución de impuestos y no aumentos de tarifas. Evidentemente todos salieron corriendo hacia el dólar. Incluso pienso que si algún gerente de finanzas de alguna empresa no aconsejaba el cambio hacia el dólar podía ser despedido. Los bancos aconsejaban irse al dólar. Fue un problema muy agudo. Nosotros tuvimos que cambiar la política. Así llegamos a las elecciones y, a pesar de todo, con tantos elementos en contra, hicimos muy buena elección. Tuvimos una oposición permanente muy sistemática, casi una oposición desleal, porque si bien defendió el sistema en su momento, procuraba el fracaso de gobierno.

¿Quiénes fueron los responsables de la hiperinflación? 
Yo era el presidente, así que yo soy el primero. Ideológicamente, le contesto: el neoliberalismo, el neoconservadurismo. La hiperinflación fue el resultado de varias cosas. Creo que ya todo el mundo estaba contra nosotros. El FMI estaba muy fastidiado porque el Banco Mundial nos había dado un crédito sin la luz verde del Fondo.

Sin embargo, en aquel momento usted acusó a la izquierda. Recuerdo las detenciones de los dirigentes del P.O…. Ningún neoliberal fue a la cárcel en aquellos días del ’89.
Yo creo que también lo señalaba con mucha claridad, me refiero lo que fue la Sociedad Rural Argentina. No, no… Yo tenía que pelear a dos puntas.

¿Es cierto que los grandes grupos no pagaron impuestos a partir de diciembre del ’88?
Hubo grupos exportadores que se sentaron sobre las divisas; otros se sentaron sobre sus bienes: no vendieron sus cosechas, sus haciendas, por ejemplo. A pesar de que luchamos durante todo nuestro tiempo contra la receta del FMI, finalmente terminaron ganándonos la carrera a través de la inflación.

¿Cómo influyeron los dichos de Domingo Cavallo y Guido Di Tella en su caída?
Se producen las elecciones y las cosas se agravaron porque el entonces diputado Cavallo había hablado con los bancos internacionales para que se nos exigiera el pago de la deuda, conspirando contra el país; y luego Guido Di Tella había dicho que el dólar no tenía que estar alto, sino recontra alto; entonces nos comenzaban a pedir la entrega inmediata del poder. Todos los partidos que habían integrado el FREJUPO, desde luego el Partido Justicialista, la CGT, también, pedían que le entregáramos el poder.

¿Cómo se produce su renuncia? 
Yo me di cuenta de que por una razón de orgullo personal podíamos poner en riesgo todo lo que habíamos logrado en el campo democrático. Había que producir una anticipación de la entrega. El error fue hacer las elecciones con tanta anticipación.
Por otra parte, no fue una cuestión arbitraria. Yo consulté con los dos jefes de los partidos más importantes de aquel entonces, que eran Cafiero y Alsogaray, y estuvimos de acuerdo en que las elecciones se hicieran en ese momento, porque la campaña se hacía en una época aceptable para hacer actos públicos en la calle (febrero, marzo, abril). Además, suponía que en la economía las cosas se podían poner duras.

El peronismo se negó a cogobernar… 
Yo quise buscar una solución con el peronismo, quise que desarrolláramos en común un pequeño plan que nos permitiera llegar con tranquilidad hasta el 10 de diciembre. Se negaron absolutamente. No quisieron nada. Entonces comprendí que yo ya había logrado el objetivo más importante que me había fijado, que era entregar el gobierno a otro ciudadano elegido por el pueblo. Por eso entregamos el gobierno con anticipación. Por eso me molesta muchísimo que se diga que huimos, porque habíamos pedido de todas las maneras posibles un acuerdo al que se negaron.

¿Cómo fue la negociación en cuanto al desguace del Estado, cuando el Radicalismo da, de alguna manera, su aprobación a las leyes de Reforma del Estado?
El radicalismo no da una aprobación. Simplemente acepta la posición del gobierno que viene, como se acepta una ley de Ministerio. Es normal que se deje jugar en el primer mes, con las ideas que tiene.

¿Aunque vayan en contra de los intereses nacionales y los principios del estado benefactor que usted decía defender? 
No fue tan así. De entrada no se plantearon todas las reformas.
Bueno, ustedes aceptaron lo conceptual, la supuesta necesidad de la reforma del estado propiciada por los sectores más conservadores de la sociedad… 
Nosotros no podíamos ponerle palos en la rueda al nuevo gobierno elegido por el pueblo.
¿Qué hicieron sus colegas de la Internacional Socialista para ayudarlo en los momentos más graves? 
La gente de la Internacional Socialista nos acompañaba mucho individualmente. Por ejemplo, en España, Francia, Italia nos daban créditos blandos, que facilitaban el accionar del gobierno, pero cuando se juntaban en comunidad, allí se acababa todo. Entonces teníamos los problemas permanentes de colocación de nuestros productos. En una oportunidad, cuando vino François Mitterrand acá, yo le dije: “Sr. Presidente: no puede ser lo que está ocurriendo con respecto a los subsidios que usted les da a los sectores agrarios. Está bien que subsidie a la producción, pero esto no sólo nos desplaza del mercado francés, sino de ser un mercado”. Y él me dijo muy sinceramente: “tiene razón, pero si yo no hago esto, pierdo la paz social en Francia, porque en Francia hay muchos minifundios, y no tengo lugar ni empleo para toda la gente que se iría del campo a la ciudad”. Así que también hay problemas entre los que pensamos parecido.

Nació en Chascomús el 2 de noviembre de 1951, siendo el tercero de los seis hijos de Raúl Ricardo Alfonsín y María Lorenza Barreneche. Se recibió de maestro en la Escuela Normal de Chascomús, y de abogado en la Universidad de Buenos Aires.1
Durante la dictadura militar (1976 - 1983) cumplió su cargo de profesor de Educación Cívica en colegios secundarios, y fue también vendedor de mechas para tornos industriales.1
Está casado con Cecilia Plorutti, con quien tuvo cuatro hijos: Lucía, Marcos, Ricardo y Amparo. Esta última falleció en un accidente en el año 2004, lo que alejó a Ricardo Alfonsín un tiempo de la vida política.1
Actividad política 
Su ingreso a la política fue tardío; en 1993 obtiene su primer cargo partidario, como Convencional Nacional de la UCR.1
En 1999 fue electo diputado de la provincia de Buenos Aires, cargo que ocupó hasta el 2003. Luego de finalizado su período como diputado, volvió al trabajo en el estudio de abogados y ocupó la Secretaría de Relaciones Internacionales de la Unión Cívica Radical. En 2007 se presentó a candidato a gobernador de la mencionada provincia, compartiendo fórmula con Luis Brandoni, obteniendo el cuarto lugar con el 5,06% de los votos.
La muerte de su padre en 2009 significó un importantísimo espaldarazo para su imagen pública y su carrera, al punto de que pasó de ser relativamente desconocido por la enorme mayoría de la población a ser referente del radicalismo en pocos meses.3
Para las elecciones legislativas de 2009 fue segundo candidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, en la lista del Acuerdo Cívico y Social que encabezaba Margarita Stolbizer,4 obteniendo el 21,48% de los votos5 y logrando así su banca en el Congreso.6 Asumió el 10 de diciembre de 2009. Fue elegido por sus compañeros de bancada y después por el resto de sus pares, como vicepresidente primero de la Cámara de Diputados de la Nación.
El 6 de junio de 2010, se celebró la interna de la Unión Cívica Radical de la Provincia de Buenos Aires para elegir las autoridades partidarias. En ella, Ricardo Alfonsín, candidato a primer convencional al Comité Nacional, secundado por Juan Manuel Casella ganó con su lista 27 superando a la lista 15 avalada por el vicepresidente de la Nación Julio Cobos, por Leopoldo Moreau, y por Federico Storani. Para presidente del Comité de la Provincia de Buenos Aires, es electo Miguel Bazze, por la lista 27 de Alfonsín.
En agosto de 2010 lanzó una nueva agrupación interna de la Unión Cívica Radical, el MO.RE.NA, Movimiento de Renovación Nacional. En octubre de 2010 tras una reunión con Hermes Binner declaró que el socialismo es un partido con el que comparte 99,9% de la doctrina.7
El 3 de diciembre del 2010 lanzó su candidatura a la Presidencia de la Nación Argentina por la UCR, en un acto celebrado en la ciudad de Buenos Aires ante alrededor de 30.000 personas presentes.

En junio de 2011, Ricardo Alfonsín anunció que su compañero de fórmula para las elecciones presidenciales de octubre sería el reconocido economista de orientación keynesiana Javier González Fraga, y su candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires el dirigente justicialistaopositor Francisco De Narváez, quien derrotara al kirchnerismo en las elecciones legislativas de 2009. Esta decisión resultó un viraje en su en la campaña electoral, ya que originalmente había negado que De Narváez fuera a formar parte de un frente amplio. Parte del radicalismo criticó que buscara esta alianza, conociendo el origen de De Narváez, y que Alfonsín sostuviera además que "el radicalismo es más progresista que el peronismo".9 10
El 14 de agosto de 2011 se llevaron a cabo las elecciones primarias, en las cuales Alfonsín terminó en segundo lugar, con el 12,20% de los sufragios emitidos.
Las elecciones presidenciales del 23 de octubre de 2011 dejaron a Alfonsín en el tercer puesto, detrás de santafesino Hermes Binner, del FAP, con el 11,14% de los votos.